La victoria de Pedro Pablo Kuczynski es, para algunos, una suerte de “flashback” hasta la década de los sesenta. La apretada distancia entre Kuczynski y Keiko Fujimori recuerda las elecciones de 1962, donde la mínima diferencia entre Víctor Raúl Haya de la Torre y Fernando Beláunde desencadenó el primer golpe institucional de las Fuerzas Armadas. Además -señalan otros-, la posición de desventaja en el Congreso de la República también tiene similitudes con el gobierno de Fernando Belaúnde electo un año después, el cual tuvo que lidiar con una mayoría de oposición conformada por la alianza entre el APRA y la Unión Nacional Odriísta. En ese escenario, la dinámica crispada con una oposición obstruccionista y los serios problemas sociales y económicos que enfrentó el país, desencadenaron la segunda intervención institucional de las Fuerzas Armadas en 1968, bajo el mando de Juan Velasco Alvarado. 

Salvando las enormes distancias que suponen los cambios sociales, políticos y económicos de la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del nuevo milenio, la comparación sí es llamativa para pensar prospectivamente en este gobierno. Como he señalado, una victoria casi lindante con el empate y una mayoría abrumadora de congresistas fujimoristas en el Congreso de la República suponen serios retos para el flamante presidente. Más aún si tenemos al frente varias reformas urgentes en materia económica, política y social. ¿Correrá la misma suerte? Eso es más difícil de anticipar, pero algunas condiciones nos llevan a pensar que es un escenario poco probable. Esto, sobre todo, porque la posibilidad de un golpe de Estado suena a estas alturas como un arcaísmo enciclopédico antes que como una realidad concreta. En fin, poco probable hoy en día.

Sin embargo, hay una situación que me gustaría resaltar. Primero, que el joven PPK fue parte del grupo de asesores del primer gobierno belaundista y, como tal, vio de cerca la dinámica política que se tejía en el Congreso y las limitaciones que significaban. Es más, en 1977, la editorial de la Universidad de Princeton publicó un libro suyo titulado “Peruvian Democracy under Economic Stress: An account of the Belaúnde administration, 1963-1968” que luego fue traducida al español y publicada por Ediciones Treintaitrés y Mosca Azul Editores el año 1980, cuando PPK era ministro del segundo gobierno de Belaúnde. Este es, a pesar de sus sesgos, uno de los libros más interesantes que he leído sobre este periodo, no solo por su informado y detallado relato de los hechos, sino sobre todo por su sugerente reflexión sobre las condiciones y decisiones que articularon fatídicamente dicho proceso.

Sr. Kuzcynski, le recomiendo leerse. Leerse más allá de sus argumentos, aprovechar su desapasionado relato para reflexionar hoy, como presidente electo, cuáles son los caminos que pueden construir gobernabilidad y desarrollo. Hay que tomar al toro por las astas -dice usted reflexionando sobre la economía- y hay que enfrentar los problemas centrales para que no se acumulen y estallen cuando ya sean inmanejables. Para ello, como usted señala, se requiere conocer los problemas, encontrar soluciones e implementarlas; y esto pasa por escoger a las personas idóneas para pensar y hacer las cosas. Estamos de acuerdo. 

Pero no basta una mirada tecnocrática -me permito incluir como lector-, ¿no está usted de acuerdo con que la política es clave? Hablo de la buena política. Desde la voluntad de hacer las cosas e imprimirles un norte cabal, hasta lidiar con la oposición y, sin adularla, establecer consensos y generar los acuerdos necesarios para avanzar. Usted mejor que nadie debe saber que los extremos son peligrosos: tanto el caballazo como la mecedora, tanto la arrogancia tecnocrática como la politiquería cortesana. Usted no quiere darle gusto a quien profetiza que el suyo será un gobierno mediocre, no solo asuma su trabajo como técnico, ya tenemos muchos; hágalo como político, con liderazgo... hágalo como presidente. Está en sus manos.

Me permito, además, recomendarle el libro a Keiko Fujimori. Sra. Fujimori, en sus manos pesa una gran responsabilidad. Analice los escenarios descritos en el libro y convénzase que ser oposición es una responsabilidad tan grande como ser gobierno. Si efectivamente lo suyo es continuar en la construcción de su partido y abrazar el compromiso democrático, no le conviene cargarse una nueva mochila -para usar su propia metáfora- promoviendo o permitiendo que su bancada se comporte irresponsablemente en función de la revancha y el obstruccionismo; del cuoteo y la repartija antes que del interés nacional. 

Dice usted al reconocer los resultados que Fuerza Popular es una fuerza democrática, que respeta las instituciones y le interesa fortalecer sus raigambres cívicas; demuéstrenlo. No solo hay un incentivo electoral para hacerlo, sino también un compromiso cívico que hoy le toca enfrentar nuevamente como líder de la oposición; el mismo que en los últimos años ha desatendido lamentablemente. Está en sus manos.